Consumo entre jóvenes que migran solos

Desde la década de los 60 Europa ha recibido y acogido de forma masiva a inmigrantes provenientes de muchos países, principalmente de África y Oriente Medio. La realidad migratoria no ha cambiado mucho en cuanto a lo que motiva a estas personas a salir de su país de origen, lo que si ha variado es el perfil de las personas que intentan alcanzar Europa.

La atención psicológica que se les brinda es vital para ayudar a los jóvenes que llegan a nuestro territorio a dejar una de las problemáticas más frecuentes, el consumo de drogas, que acompaña en muchos casos en el día a día de su proyecto migratorio si no se trata a tiempo.

Desde la década de los 90 uno de los perfiles que más está llegando a nuestro país y  a Europa es el de los conocidos como Jóvenes que Migran Solos (JMS).  En la mayoría de casos,  el objetivo más común de estos menores es escapar de la precariedad de su país de origen.

Cabe remarcar que no hay mucha literatura entorno a cómo intervenir en colectivos migrados, menos aún en jóvenes, con lo que los profesionales que nos encontramos en este ámbito debemos adaptar las herramientas para poder atenderlos de la mejor forma posible.

Las estadísticas relacionadas con los JMS no son fiables, tal y como denuncia el defensor del pueblo en su informe de 2019, por lo que podríamos considerar que muchos de ellos consiguen alcanzar Europa sin ser detectados por las autoridades, quedando desprotegidos y en situación irregular.

Los menores que no pasan desapercibidos para el sistema de protección a la infancia español están amparados por ley, y se les acoge en centros repartidos por toda la geografía española donde estos menores son atendidos por un equipo de profesionales y tienen todas las necesidades básicas cubiertas.

Aunque estos adolescentes se encuentren solos realizando el proyecto migratorio, cabe recordar en todo momento que son jóvenes en etapas de desarrollo, al igual que los jóvenes occidentales. En esta etapa marcada por cambios y retos, pueden aparecer problemáticas en su desarrollo y proceso de creación de la identidad. Hoy nos centramos en una en particular, qué lleva a algunos de estos jóvenes a consumir tóxicos.

El consumo de drogas en jóvenes

Este es un problema social muy extendido, tanto entre menores autóctonos europeos como en Jóvenes que Migran Solos (JMS) que llegan a nuestras costas procedentes del continente africano. A estos jóvenes se les suele asociar una serie de connotaciones negativas, estigmatizados de tal forma que su condición de menor se diluye, haciendo hincapié en el hecho de ser extranjeros y obviando que son menores en situación de vulnerabilidad, víctimas del sistema global.

La iniciación de los jóvenes en el mundo de las drogas suele coincidir con la etapa de desarrollo físico, psicológico y cognitivo de estos, tal y como expone el Plan Nacional Sobre Drogas. Esto puede provocar la aparición de secuelas tales como la falta de atención y concentración, falta de control de los impulsos y afectación en la memoria. Estas y otras alteraciones y comportamientos suelen perdurar hasta la edad adulta, llegando a cronificarse.

La problemática afecta tanto a los jóvenes autóctonos europeos como a los jóvenes que migran solos. Entre la mayoría de los occidentales el consumo se asocia a la fiesta y al ocio, como reflejan estudios realizados por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. Un 60 % de los menores de 30 años asocia el consumo de drogas a pasárselo bien.

En cambio, en el caso de los JMS el uso de sustancias se presenta como vía de escape al malestar provocado por experiencias personales traumáticas; acontecidas en el seno familiar, en algún momento en su trayecto hacia Europa o una vez se encuentran solos aquí. Si bien hay excepciones, generalmente estos menores proceden de entornos desestructurados y con pocos recursos económicos, por lo que deciden abandonar su país de origen y buscar nuevas oportunidades atraídos por las imágenes de prosperidad que llegan de Europa.

¿Cuáles pueden ser las causas del consumo?

Para explicar las causas por las que menores solos caen en el consumo de sustancias es necesario tener en cuenta las situaciones límite a las que pueden haber sido expuestos. Situaciones en las que su vida ha estado en riesgo, abusos sexuales que han sufrido o la probabilidad de caer en redes de trata de personas. Situaciones que al fin y al cabo terminan provocando un daño tanto a nivel físico como emocional.

De las intervenciones que se realizan en los servicios de acogida con adolescentes en mi lugar de trabajo, los jóvenes que han consumido algún tipo de tóxicos explican que, en ocasiones, el consumo se inicia antes del proyecto migratorio. Al proceder de entornos complicados muchas veces crecen en un ambiente en el que el consumo de determinadas sustancia esta normalizado. También muchos nos exponen que recurren a tóxicos para superar el miedo que les provoca el hecho de tener que meterse en una patera, colocarse debajo de un camión o viajar agarrados al ancla de un barco para poder atravesar el mar.

En otros casos, el consumo empieza una vez llegan al territorio. Las dificultades para adaptarse al nuevo contexto sociocultural, encontrarse solos ante una sociedad que les mira con recelo provoca que estos menores en muchas ocasiones acaben recurriendo a las drogas para evadirse de la realidad.

Uno de los momentos más duros para estos menores es quizás cuando se dan de bruces con la realidad y comprueban con sus propios ojos que ese paraíso del que habían oído hablar no es tal y que en muchos casos su vida es más difícil que en su país de origen. Esto provoca que les invada una sensación de frustración por las expectativas no cumplidas y dolor después de ver que todo este sacrificio no ha valido la pena, sentimientos que pueden terminar aplacando con el consumo. En cuanto al tipo de estupefacientes que consumen, abundan el hachís, marihuana, alcohol y sustancias inhalantes como la cola o la gasolina.

¿Qué podemos hacer?

Teniendo en cuenta lo anterior, nuestro trabajo debe ir enfocado a trabajar la conciencia socioeducativa del consumo y las repercusiones tanto a nivel biológico como social que producen.

De las distintas intervenciones que se realizan en este ámbito, se enfocan principalmente en trabajar la ansiedad, la conciencia de la problemática del consumo y la psicoeducación en esta temática. Así pues, se trata de reducir la ansiedad y darles herramientas de gestión emocional que les ayuden a afrontar las difíciles situaciones que les toca vivir sin recurrir a sustancias nocivas. En este caso, se debe empezar por un reconocimiento de emociones para poder dar pautas de gestión en diferentes situaciones. Una buena herramienta que se puede usar es el registro emocional, en el que se registra una situación, la acción realizada en ese momento, la emoción que suscita, los pensamientos en esa situación y la conducta alternativa.

Desde los servicios de acogida, se intenta guiar a los/as adolescentes para que tengan unas expectativas de futuro realistas, enseñándoles el nuevo contexto sociocultural en el que viven. También a discernir qué lugar ocupa la persona en su familia y hasta donde puede ayudar, reduciendo así la autoexigencia que se imponen para ayudar a sus familias de origen.

Será importante hacer un trabajo a nivel familiar en la misma línea que con los usuarios, explicándoles el nuevo contexto en el que se encuentra el adolescente y lo que pueden esperar de ellos. Poder hacer un trabajo conjunto ayudará al adolescente a aceptar el apoyo de un especialista y disponer de más herramientas de gestión para reducir así el consumo de tóxicos.

de Zakia el Atoui

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