No espero nada de ti

“Tampoco espero nada de nadie y, de la misma forma, no acostumbro a pedir nada. Para mí es la mejor manera de evitar desilusiones.”

¿Es esto bueno? ¿El secreto de la felicidad pudiera ser evitar desilusiones y tener bajas expectativas?

La lógica del asunto iría más o menos así: si no tenemos grandes expectativas, si no esperamos encontrar el amor y tener éxito, entonces no vamos a decepcionarnos si estas cosas no suceden. Y si evitamos desilusiones cuando no nos suceden cosas buenas, estaremos gratamente sorprendidos cuando sucedan. Entonces seremos felices.

Parece una muy buena teoría, pero resulta ser incorrecta por tres razones.

Altas expectativas

En primer lugar, pase lo que pase, tengas éxito o fracases, la gente con expectativas altas siempre se siente mejor:

Los psicólogos Margaret Marshall y Jonathon Brown2 investigaron a estudiantes con expectativas altas y bajas. Descubrieron que cuando la gente con expectativas altas tiene éxito, lo atribuye a sus propias cualidades. «Soy un genio, por eso tengo un sobresaliente, y en el futuro seguiré consiguiendo sobresalientes». Cuando fracasan, no es porque sean tontos, sino porque el examen simplemente era injusto. La próxima vez lo harán mejor.

Las personas con expectativas bajas hacen exactamente lo contrario: cuando no aprueban, es porque son tontos, y cuando aprueban lo hacen porque el examen simplemente era muy fácil. La próxima vez la realidad los atrapará. Así que se sienten peor.

La anticipación

En segundo lugar, independientemente del resultado, el puro acto de la anticipación nos hace felices.

El economista del comportamiento George Lowenstein1 estaba interesado en cómo la anticipación afectaba a cuánto valoraban las personas algo que obtendrían en el futuro. Entre otras cosas, preguntó a los sujetos (también sufridos estudiantes) cuánto pagarían por «obtener un beso de una estrella de cine de su elección». Las condiciones fueron varias: los sujetos podían recibir el beso inmediatamente, o después de una espera de un día, dos, tres días, un año o diez años.

Podrías pensar que la gente estaba dispuesta a pagar más para recibir el beso de inmediato… O tal vez por disponer de un día para lavarse los dientes y ponerse una camisa limpia. ¿Por qué esperar más? Pero resultó que los sujetos estaban dispuestos a pagar más por un beso que iba a tardar tres días completos: la anticipación del placer tiene valor. Ahora, no. Y tampoco estaban dispuestos a esperar un año o 10; nadie quiere un beso de una celebridad envejecida. Pero tres días parecía un tiempo óptimo. ¿Por qué? Bueno, si recibes el beso ahora, está hecho y terminado. Pero si recibes el beso dentro de 3 días, eso son 3 días de nerviosa anticipación y espera emocionante. Los alumnos querían ese tiempo para imaginar dónde iba a ocurrir y cómo iba a pasar. La anticipación nos hace felices: eso ya se lo dijo el zorro al Principito.

Esto es, por cierto, la misma razón por la que prefieres el viernes al domingo. Es un hecho realmente curioso, porque el viernes es un día laborable y el domingo es un día de placer, así que es de suponer que la gente prefiera el domingo, pero no es así. Y no es porque nos vuelva locos estar en la oficina y no podamos soportar pasear por el parque o desayunar tranquilamente. Sabemos esto porque cuando preguntas a la gente sobre su día favorito de la semana, el sábado resulta ser el primero, después el viernes y, en tercer lugar, el domingo. La gente prefiere el viernes porque el viernes trae consigo la anticipación del fin de semana que hay por delante. La tarde del domingo… en fin “alguien debería prohibir los domingos por la tarde”.

El optimismo

Los optimistas son las personas que esperan más besos en su futuro, más paseos en el parque y más desayunos tranquilos. Y la anticipación aumenta su bienestar. De hecho, sin la predisposición al optimismo, estaríamos todos un poco deprimidos.

Las personas con depresión leve no tienen esa predisposición cuando miran al futuro y en realidad ¡son más realistas que el resto!. El optimismo cambia la realidad subjetiva y también actúa como una profecía autocumplida. Y esta es la tercera razón por la que bajar tus expectativas no te hará feliz. Experimentos controlados han demostrado que el optimismo no está solo relacionado con el éxito, sino que desemboca en éxito. El optimismo nos lleva hacia el éxito en los estudios, los deportes, la política y la profesión. Y puede que el beneficio más sorprendente del optimismo sea en la salud. Si esperas un futuro brillante, tu estrés, tu ansiedad y tu vergüenza se reducen.

de Joan Xicola Espert

1 Loewenstein, G. (1987). Anticipation and the valuation of delayed consumption. The Economic Journal, 97(387), 666–684. Ver aquí

2 Margaret Marshall & Jonathon Brown. Emotional reactions to achievement outcomes: Is it really best to expect the worst? Cognition and Emotion 20 (1):43-63 (2006). Ver aquí

3 Tali Sharot. The optimism bias. Current Biology, Volume 21, Issue 23, 2011, Pages R941-R945, ISSN 0960-9822. Ver aquí

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