El confinamiento social, medida tomada por la pandemia del covid-19, ha generado desafíos importantes en la infancia y parte de la adolescencia. Esto fue debido en gran parte al cierre temporal de las instituciones educativas y centros a los que los menores asisten diariamente para realizar sus actividades extraescolares o de ocio. Además, debemos tener en cuenta los efectos directos e indirectos de las dificultades económicas, de salud y los problemas a nivel emocional que sufren las familias (padres, hermanos, abuelos tíos…) que impactan significativamente en el desarrollo biopsicosocial de los menores.

Según Vygotsky, la interacción social es fundamental para el desarrollo sociocognitivo en la primera infancia, ya que el aprendizaje y la adquisición de conocimientos se obtiene mediante la interacción social. Además, desde el punto de vista de la neuropsicología, la socialización permite la estimulación de procesos cognitivos, tales como el lenguaje, la memoria, la atención y la psicomotricidad, entre otros.
Esto significa que el ser humano es un ser social por naturaleza. Las personas que están alrededor del menor le brindan la oportunidad de conocer, aprender y adoptar un conjunto de creencias, patrones de comportamiento y sentimientos que son propios de la cultura del ambiente en donde se está inmerso. De esta manera se logra madurar y crear ideas propias sobre el mundo.
El proceso de socialización ocurre desde los primeros meses de vida, a través de las pequeñas señales de interacción: intercambio de miradas, sonidos, balbuceos o llanto, entre otros. Pero es a partir de los 12 meses cuando el niño(a) siente la necesidad de interactuar formalmente con el otro mediante el lenguaje verbal y va en busca de lo que le interesa mediante la psicomotricidad.
Es cierto que la pandemia ha cambiado nuestra manera de socializar debido a que estamos limitados a comunicarnos mediante un dispositivo electrónico o de manera presencial con un distanciamiento físico considerable. Por tal motivo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho intentos de cambiar el término de distanciamiento social por distanciamiento físico. Debido a que al utilizar la palabra “social”, estamos encerrando cualquier tipo de sociabilidad que puedan tener las personas. Y como hemos mencionado anteriormente, las habilidades sociales y los vínculos afectivos que se logran con la interacción son fundamentales para mantener un desarrollo madurativo optimo y gozar de una adecuada salud mental.
Sin embargo, la pandemia ha producido un aislamiento que ha durado más de un año y sigue alargándose. Esto afecta a todas las personas, independiente de la edad. Pero no es lo mismo privar a un adulto que ya debería contar con los recursos psicológicos para afrontar una situación estresante, que privar a un niño o adolescente que apenas está teniendo sus primeras experiencias sociales y que está en pleno desarrollo madurativo. Es por esto que los padres debemos tratar de compensar esta falta de socialización de nuestros hijo(a)s, ayudándoles a desarrollar vínculos y habilidades sociales.
Es importante fomentar el contacto físico, compartir al aire libre, el juego en conjunto, las risas y conversaciones cara a cara con las personas con las que convive, para que les permita aprender a gestionarse en las distintas áreas de su vida y superar los retos propios de la etapa en la que se encuentran.
Para logar el adecuado desarrollo social de los menores, es fundamental el apoyo de la familia, adoptando una actitud empática y de mediadores para ayudar a los hijo(a)s a transitar en este camino, que en ocasiones puede resultar confuso para ello(a)s. En consulta han llegado padres preocupados porque a su hijo de 4 años no le gusta salir de casa y muestra poco interés de interactuar con otros niños de su edad ante el miedo de ser contagiado por el virus. Estos tipos de conducta deben ser estudiadas, primero para descartar la presencia de algún trastorno del neurodesarrollo y segundo para minimizar el impacto psicológico que está provocando la cuarentena. De esta manera podremos prevenir problemas irreversibles a largo plazo.
Entre las recomendaciones que se brinda a los padres en estos casos, es la de establecer una rutina y organizar la convivencia durante estos tiempos de pandemia. Potenciar la autonomía durante la ejecución de tareas y conductas de autocuidado, acordes a su edad, tales como vestirse, bañarse o comer solos. Limitando el uso prologando de pantallas tecnológicas, como tabletas, teléfonos, computador y televisor.
También se debe incrementar el contacto físico y las muestras de afecto de nuestros hijo(a)s con las personas y familiares convivientes. Ya que se puede dar el caso de que los niños de 4 a 5 años desarrollen cierto temor a abrazar o tocar a las personas.
Psicólogos especialistas en estimulación temprana recomiendan realizar con los bebés nacidos en pandemias un trabajo permanente con las personas más cercanas al niño(a). Para estimular el lenguaje, la comunicación, el contacto visual, el contacto físico y tratar de ir mostrándoles otros ambientes fuera del hogar. De esta forma podrán percibir que el mundo es más grande y existen otras posibilidades de exploración y aprendizaje, sin dejar de tener presente las medidas de bioseguridad.
En los adolescentes, el impacto ante la socialización limitada no es menos importante. Ya que también tiene efectos psicológicos que de no ser tratados a tiempo, pueden dar paso a ansiedad social, depresión, retroceso en el desarrollo de las habilidades sociales, baja motivación y carencia de proyecto de vida. El encierro y la crisis económica limita la posibilidad de percibir un mundo con oportunidades de crecimiento. Por ello es importante mantener una comunicación constante entre padres e hijos y, si es necesario, recibir orientación psicológica.
Importante desafío que marca la pandemia, donde las medidas para detener la cadena de contagio dan origen a otras problemáticas. Como bien se lee, la familia se revela nuevamente como un núcleo vital del bienestar psicosocial.
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Completamente, un núcleo de vital importancia. Muchísimas gracias por tu aportación Víctor
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