Explicar lo que es Mindfulness es algo complicado. Es uno de esos saberes a los que se accede a través de la experiencia, y no a través de la cognición. Es como tratar de enseñar a alguien a nadar haciéndole leer libros y enciclopedias, cuando lo mejor para aprender es meterse al agua y practicar. Pero antes de que uno decida ponerse a ello, querrá que le expliquen a qué temperatura se encuentra el agua, si la piscina es muy profunda, o cómo puede hacer para secarse al salir. En este artículo encontrarás cuatro pinceladas sobre qué es el Mindfulness y por qué puede interesarte practicarlo. Después de leerlo, espero que tengas ganas de pegarte un chapuzón.

Mente errante, mente infeliz
Quizás te has dado cuenta de que, al menos en occidente, el ritmo de la vida es un poco frenético. Prisas para todo, multitarea, multidemanda y nuevas tecnologías que nos ayudan y nos interfieren a partes iguales. Nuestra mente se pasa divagando casi el 50% del tiempo. Mientras estamos en el trabajo, pensamos en las vacaciones. Y mientras estamos de vacaciones, andamos contando los días que nos quedan para volver al trabajo. Este divagar, independientemente de su contenido, es lo que nos hace infelices, según lo que se concluye en un interesante estudio de 2010 de Killingsworth y Gilbert.
¿Y cuál puede ser la solución?
Conseguir que nuestra mente se centre en lo que estamos haciendo. Pasar de lo que se llama el “modo hacer” al “modo ser”. Y es aquí donde entra en juego el Mindfulness, que puede definirse como un entrenamiento atencional para desarrollar nuestra capacidad de estar en el aquí y el ahora.
“El mindfulness describe el arte de vivir en el momento presente y de estar completamente consciente de la belleza de la vida”.
Van Gordon y Shonin
Se trata de prestar atención al momento presente, pero de una forma especial: con intención y sin juzgar. Es decir, aceptando la realidad tal y como es, instante tras instante. ¿Parece fácil? A mí, indudablemente, no me lo parece. Para llegar a desarrollar esta capacidad innata y universal, es necesario entrenar nuestra atención. Esto se consigue mediante diferentes técnicas de meditación que, si bien tienen origen en la tradición budista, pueden aplicarse sin problema hoy en día en cualquier lugar del mundo.
Meditación en silencio y meditación en el día a día
La práctica repetida de los ejercicios de meditación genera cambios en el cerebro de los meditadores a muchos niveles. Estos cambios no sólo se observan durante el propio ejercicio de meditación. La actitud abierta, receptiva y centrada en el presente acaba impregnando el resto de momentos de nuestra vida. Existen dos tipos de meditación: la meditación formal, aquella en la que guardamos un tiempo y espacio específico para estar en silencio con nuestra experiencia, en grupo o individualmente, y la meditación informal, en la que tratamos de poner atención a todo aquello que nos sucede y hacemos durante todos los momentos de nuestro día.
¿Y de qué hay que ser consciente?
Nuestra experiencia está conformada por varios elementos que, de no estar entrenados, percibimos en bloque: las sensaciones de nuestro cuerpo, la información de los sentidos, nuestros pensamientos, las emociones y nuestras acciones.
Una buena forma de empezar el entrenamiento es buscar un ancla a la que llevar nuestra atención cada vez que notemos que el flujo de nuestra actividad mental nos arrastra sin control. Suele buscarse la respiración, dado que es algo que todas las personas sabemos hacer y siempre está con nosotros. Pero también puede ser útil concentrarse en las sensaciones de cualquier parte del cuerpo, como la planta de los pies o las manos, o la información de los sentidos.
Llevar la atención a nuestro propio cuerpo
El cuerpo solamente puede ser experimentado en el momento presente, por lo que es un buen lugar al que acudir para centrar nuestra atención, que suele ir en piloto automático rumiando sobre el pasado o anticipando el futuro. Es muy probable que, con el tiempo, notemos que los límites entre la práctica formal y la informal se desdibujan; ambas formas de práctica son necesarias y se nutren mutuamente. De la misma manera que el nadador no solamente nota los efectos de su práctica mientras está en la piscina, sino que su cuerpo estará más en forma en el resto de actividades que realice fuera del agua.
¿Cómo puedo iniciarme en el Mindfulness?
Una de las formas para aprender a vivir de una forma más consciente es a través de un programa estandarizado basado en Mindfulness, como el MBCT (Terapia Cognitiva Basada en Mindfulness). En él se aprende cómo funciona la propia mente, poniendo el foco en el cuerpo, las emociones, los pensamientos y las acciones. Este conocimiento no pretende cambiar nada de forma forzada. La propia toma de conciencia de los patrones mentales facilita cambiar cómo uno se relaciona con ellos. En lugar de luchar contra la propia manera de pensar o tratar de huir de las emociones desagradables, se desarrolla la flexibilidad mental, la amabilidad con uno mismo y con los demás y la toma de decisiones desde la sabiduría más que desde la reactividad impulsiva.
Un curso de Mindfulness te puede servir si:
- Tienes curiosidad por saber cómo funciona tu mente y cuáles son sus patrones.
- Quieres vivir tu vida con mayor plenitud, aprendiendo a centrarte más en aquellas cosas que te generan bienestar.
- Te encuentras estresado por las exigencias del entorno o por las que tú mismo te impones.
- Te encuentras a menudo rumiando, con dificultades para desengancharte de tu discurso mental.
- Te sientes abrumado por tus emociones y tratas de deshacerte de ellas sin resultado.
Si tras esta lectura quieres poner un pie en el agua, te invito a escuchar alguna de mis meditaciones para que experimentes en primera persona cómo es esto de meditar.