Desde hace décadas, España es lugar de acogida para muchos inmigrantes. En la actualidad muchos jóvenes llegan al territorio buscando un futuro mejor. ¿Qué dificultades encuentran los psicólogos en su adaptación a la nueva sociedad?

Nos encontramos con varias dificultades a la hora de intervenir con adolescentes migrados. La primera y más importante es la barrera idiomática que presentan nuestros usuarios que, en ocasiones, no dominan bien el idioma del lugar de acogida.
No puedan expresarse tanto como querrían por la falta de vocabulario.
Aún dominando el idioma, en ocasiones no podemos analizar el lenguaje no verbal del usuario/a. Gestos que podrían ser una ofensa para la cultura occidental, para ellos/as se trata de gestos de respeto. Vamos a poner un ejemplo, el mirar a alguien a los ojos al hablar para nosotros es una muestra de respeto, mientras que para ellos/as podría tratarse de una falta grave. Entender el contexto cultural del que provienen es clave para poder realizar un buen análisis en global.
No se deben generalizar conductas aún cuando nuestros/as usuarios/as provengan de un mismo país de origen. Los individuos somos diferentes e interpretamos de forma distinta los parámetros y reglas de nuestro propio entorno. Podríamos decir que para una familia de un pueblo de Aragón, el ir vestido de traje los fines de semana sea una exageración, mientras que si se lo preguntamos a una familia sevillana te podría decir que se tiene que ir bien vestido los fines de semana.
En este ámbito se introduce la figura de mediador cultural, que no solo hace de intérprete sino que además puede dar una explicación a las conductas o respuestas del usuario/a, así como un análisis del tono de voz, postura, etc.
Añadir una tercera persona en la terapia puede hacer que el/la usuario/a se sienta intimidado ante dos profesionales.
Resulta muy tedioso que mientras se esté dando la explicación pertinente entre el profesional y el mediador se pierda la fluidez.
También es conveniente hablar de los prejuicios existentes en salud mental de nuestros usuarios. En muchas ocasiones se niegan a pedir ayuda o se muestran poco colaborativos en las sesiones de terapia, dado que tienen miedo a que se les trate de locos.
Es conveniente tener en cuenta las herramientas que se usan a nivel terapéutico, que a veces no son las más adecuadas para todos los casos. Por ejemplo, que un usuario/a lleve un registro o diario de pensamientos y emociones puede resultar inviable, dado que muchos usuarios/as son analfabetos.

A esto se añade que las pruebas psicométricas para la evaluación de los usuarios/as no están baremadas según el tipo de población que atendemos, sino que estamos hablando de números adaptados a la población española. Esto quiere decir que desconocemos el margen de error que podemos obtener a la hora de usar dichas pruebas.
Son evidentes las dificultades a las que se enfrenta el colectivo migrado para encajar en el sistema de salud mental actual, que difícilmente cubre las necesidades de la población residente. Vivimos en un mundo globalizado que requiere una reconversión del sistema de salud mental para adaptarse a la nueva realidad de la población migrada.
de Zakia el Atoui