La crianza va más allá de los requisitos para satisfacer las necesidades básicas de los niños y niñas. Los padres tienen una influencia significativa en el desarrollo de la personalidad, así como de la sensibilidad emocional. También tienen mucho que ver con la adquisición de hábitos y comportamientos saludables de sus hijos. Por ello, la aparición de enfermedades mentales en los padres, representa un riesgo para los niños y niñas. Cuidar el bienestar mental es de vital importancia.

Aceptar que un padre puede enfermarse durante la crianza de sus hijos es muy importante. Solicitar ayuda es indispensable, pero en muchas ocasiones no se procede por miedo, estigmas sociales o riesgo de perder la custodia.
El autocuidado de los padres debe ser el primer requisito para la crianza y para el cuidado a los demás. Cuando nos cuidamos a nosotros mismos enseñamos a nuestros hijos la importancia de preocuparse por el bienestar propio y el de los otros.
Desde las instituciones sanitarias y educativas es necesario promover la prevención de enfermedades y conductas de riesgo, así como el desarrollo de programas de tratamiento que se ajusten a la crianza de los niños.

Existen pequeñas acciones que pueden ayudar a fortalecer nuestra salud mental, pero por falta de información no le damos la importancia correspondiente. Son muchos los padres que reportan sentirse con ansiedad o depresión, pensando que padecen de algún trastorno psicológico. Sin embargo, debemos aprender a diferenciar los trastornos del estado de ánimo de los momentos que atravesamos en la vida, que debido a determinadas circunstancias hacen que nos sintamos más tristes, apáticos, frustrados, desmotivados o nerviosos.
Estas acciones forman parte de hábitos de vida saludable, esto es, que existe una relación directa entre los hábitos que tenemos a diario y nuestra salud mental. Por ejemplo, la alimentación y el descanso no solo tienen que ver con la cantidad de hierro que tengamos en la sangre, también está asociado con nuestro funcionamiento cognitivo.
Para cuidar nuestra salud mental debemos seguir ciertas pautas básicas para lograr un funcionamiento cognitivo y emocional sano.
Lo primero que sacrificamos cuando vamos escasos de tiempo es el sueño, lo que juega en nuestra contra pues solo agravará la situación. Necesitamos un descanso de calidad que nos permita sentirnos con mayor energía, mejor ánimo, sin sentirnos fatigados. Este descanso no solo debe estar asociado con el sueño y tampoco se reduce a las noches. También se debe tomar en cuenta los momentos que tenemos en el día para relajarnos, 10 minutos para un café, tomar una siesta de 45 minutos, dar un recorrido por el parque o cualquier acción que nos permita sentirnos mejor y con más energía. Ahora, si existe un problema de insomnio, podremos trabajar técnicas de relajación muscular para mejorar la calidad del sueño.
Lo siguiente tiene que ver con los hábitos de alimentación saludable. Hay una serie de alimentos que contienen minerales y vitaminas o segregan neurotransmisores que están relacionados con nuestro funcionamiento cognitivo. Siempre es recomendable consultar con un nutricionista o dietista.
La meditación y las técnicas de relajación o visualización ayudan a optimizar nuestra mente. No se requiere necesariamente de mucho tiempo, a veces escaso. Para los padres con hijos pequeños con tan sólo 10 minutos se puede lograr un estado de serenidad y paz interior, muy beneficioso si se practica diariamente.
Otro aspecto importante es saber gestionar nuestros pensamientos. Tomar conciencia de que no somos nuestros pensamientos y que hay muchos que no nos serán de utilidad. Esto ayudará a detectar esas ocasiones en las que nos preocupamos, por cosas que no podemos controlar.
El 90% de las cosas que nos preocupa al día están fuera de nuestro control
María de los A. Ulloa Alvarado
Al no encontrar solución, dedicamos tanta energía y atención que terminamos por provocar que esas preocupaciones cobren valor y se repitan una y otra vez creando un círculo vicioso. Si no logramos gestionar o alejarnos de esos pensamientos irracionales, lo mejor es buscar ayuda profesional.
Establecer un orden en las actividades del día es fundamental. Puede sernos muy útil el hábito de llevar listas de cosas por hacer, anotarlas donde mejor nos sirva, teléfono o cuaderno, y organizar nuestros horarios. Llevar un registro de nuestras actividades nos permite poner orden y encontrar un equilibrio sobre lo que podemos hacer en un día. Y es que nos podemos encontrar con que queremos hacer muchas más cosas de las que somos capaces y al no lograrlo, comenzar a sentir ansiedad y estrés. Debemos aprender a distribuir nuestras actividades personales y laborales incluyendo las horas de descanso.
Delegar funciones también es fundamental. No podemos y no tenemos que abarcarlo todo. Será clave aprender a renunciar a cosas que no son tan importantes y aprender a delegar tareas a nuestros hijos y pareja, especialmente las labores domésticas. De esta manera nuestros hijos irán adquiriendo, de acuerdo a su edad, la responsabilidad de sus deberes, tomando consciencia así de su participación en tu bienestar.
Es de gran importancia disfrutar de las pequeñas cosas, una conversación con un amigo o un informe que te haya salido bien. Cuando damos valor y tomamos conciencia de esos detalles, verbalizando lo bien que nos hace sentir, nuestra mente se va alimentando de esas buenas sensaciones.
Finalmente, debemos incorporar el ejercicio físico, pues está directamente relacionado con nuestra salud física y mental. Mejora nuestra autoestima, fortalece la concentración, atención y bienestar general. Debemos darle un espacio en nuestras actividades semanales.
Todas estas acciones tan simples y de bajo coste las podemos ir adoptando para que se conviertan en verdaderos hábitos de vida. Ahora, si estamos pasando por una ruptura amorosa, el duelo por un ser querido, enfermedad biológica u otra situación difícil, probablemente nos genere un estado emocional más fuerte que amerite del apoyo profesional. Para esos momentos, lo mejor es atreverse a pedir ayuda, no debemos tener miedo o vergüenza. Todos tenemos derecho a que alguien nos dé otra perspectiva y acercarnos a ser un poco más felices en nuestras vidas.
de María de los A. Ulloa Alvarado