Miedo, humor y Coronavirus

Las noticias no hablan de otra cosa. De cifras abrumadoras, primero lejos y luego cerca. De centros que cierran, de medidas gubernamentales como intento de parar la epidemia. De mascarillas agotadas en tiendas. El miedo es real en miles de personas, y con él la presión que nos ponemos a actuar correctamente para no contagiarnos. También la influencia que ejercen los medios y los demás.

Y es que ya lo decía el otro día el gran Jordi Évole, comparando el Coronavirus con la lotería. Acertadamente, compara sus efectos y el pensamiento que provoca en algunos, el «no me va a tocar pero si se lo compra el otro, yo también, no vaya a ser…». Y eso esta pasando con la compra de las mascarillas. El alarmismo termina dando pie al consumo, la demanda se dispara y con ella el precio en amazon de las mascarillas.

También da pie a los bulos, a desinformación, exageración… Cabe decir que en eso algunos medios de comunicación no han ayudado, aunque por suerte no han sido la mayoría los que se han sumado al anuncio del apocalipsis. El morbo y la desinformación son muy peligrosos y algunos medios han ayudado a ponerle freno, junto a la OMS.

Ahí también aparece la pereza para informarse adecuadamente, junto a esa tendencia humana a creerse información porque aparece en medios aparentemente de confianza o populares.
También es fácil pensar que algunos medios puedan estar exagerando y dándole mayor dramatismo con tal de que no te separes de la pantalla y así tener mayor audiencia.

Contra el pánico, nada mejor que la información. Ayuda saber que los síntomas principalmente son fiebre, tos y problemas respiratorios. También que su mortalidad es muy inferior de la que cabría esperar por el revuelo montado. Las últimas declaraciones por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) avisan que la tasa de mortalidad es del 3,4%.

Por el otro lado, hay quienes reducen la tensión con el humor. La muestra más clara es la cuenta de twitter con el nombre del virus, la cuál ha tenido gran acogida con tuits como “me ha llamado el sarampión preguntándome por mi community manager ”, “nadie está haciendo por el teletrabajo tanto como yo”, “me ha llamado la varicela para felicitarme”, “una de mis pasiones, dar la vuelta al mundo”.



Y es que reír siempre es una buena medicina contra el excesivo pánico social. Tomemos medidas, pero no caigamos en la locura irracional o prejuicios injustificados, como pensar que el asiático de la tienda de abajo que lleva treinta años en España pueda tener el virus. O que cualquiera que tosa en un espacio público está prendiendo la mecha del apocalipsis.

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