Creciendo entre las redes

En las últimas décadas hemos experimentado una enorme transformación  en  cuanto  al  modo  de  comunicarnos  y  relacionarnos. Por supuesto, la pandemia ha acelerado la digitalización, el teletrabajo, la telesocialización y la telemedicina, entre otros muchos. Parece ser que la tecnología está lista para implantarse, pero ¿la sociedad está lista para adoptarla? Existen muchos interrogantes respecto a qué consecuencias va a tener en nuestro entorno y forma de comunicación.

Para todas las personas, especialmente entre los jóvenes, el teléfono móvil se ha convertido en una herramienta esencial, casi una extensión de sí mismos, a través del cual se puede mantener un contacto permanente con otras personas y crear redes, mediante el envío de mensajes, fotografías y vídeos a través de redes sociales. Además, la inmediatez en la interacción lo convierte en un recurso que resulta muy atractivo. Aunque también puede ser fuente de ansiedad y causante de problemas asociados a la identidad y la autoestima.

Los adolescentes modernos (y jóvenes adultos), a diferencia de quienes experimentaron el cambio de lo analógico a lo digital, han crecido con los dispositivos tecnológicos ya integrados, aprendiendo a comunicarse en sus términos a través de la pantalla e influyendo en las capacidades sociales, formas y técnicas de interacción. Esta situación difiere en las personas de mayor edad, que han conocido las condiciones anteriores a esos cambios.

La etapa de desarrollo de la adolescencia se caracteriza por tener dificultades para medir los riesgos, la falsa sensación de invulnerabilidad, la necesidad de socializar y también la necesidad de intimidad. Haciendo que los adolescentes se conviertan en un grupo vulnerable a desarrollar conductas de riesgo relacionadas con las posibilidades de internet y las nuevas tecnologías.

Castellana, Sanches, Graner y Beranuy (2007)1 advierten de los riesgos de adicción a Internet en la adolescencia, que puede incrementarse dependiendo del grado de relación social que se tenga con la aplicación, la incertidumbre y la posibilidad de alcanzar un estatus que le diferencie de los demás.

Riesgos en el desarrollo socioemocional

La aceptación entre los pares es algo prioritario en la adolescencia, ayuda a moldear la identidad social, cómo se ven a sí mismos y qué piensan los demás. Esto hace que se preocupen por su imagen, en especial la que se proyecta en redes sociales. Así, se tiene sumo cuidado en la elaboración de los perfiles, descripción de sus gustos e intereses y elección y edición de cada fotografía que suben a las redes. Ya que el grupo de pares, además de observar, aprueban y desaprueban lo que ven de sus contactos, por ejemplo, si cuenta con muchos o pocos seguidores, cuántos “me gusta” tiene en cada foto, entre otros; generando mucha presión y carga emocional.

El estar siempre disponible en el mundo virtual, ocasiona una hiperconexión, que en ocasiones puede resultar agradable, ya que genera una sensación de que siempre se está acompañado, porque constantemente se visualizan las actualizaciones, se comparte todo lo que se está viendo, escuchando o leyendo y las conversaciones parecen no detenerse porque que siempre sucede algo nuevo.

Pero también, puede ser agotador, ante las demandas constantes de información sobre la intimidad de cada persona, limitando el espacio para el tiempo a solas, la reorganización y la relajación.

Del mismo modo, se produce otro fenómeno, en donde la persona también puede experimentar una sensación de soledad ante toda esa hiperconexión, en especial cuando son ignorados por sus amigos virtuales, de modo que si al enviar un mensaje y no es respondido a la brevedad posible, es ignorado o no le da “me gusta”, el silencio puede ser tormentoso.

Aunque la búsqueda de aceptación es algo inherente al ser humano, la redes sociales han amplificado la distorsión entre cómo se percibe la personas a si misma y como lo hacen los demás, generando malestar ante las críticas y satisfacción ante los elogios.

Un estudio realizado en la Universidad Católica de Maule, en Chile, por Rojas, Henríquez, Sanhueza, Núñez, Inostroza, Solís y Contreras2, en el 2018, encontró una asociación significativa entre el uso indebido de las redes sociales y los trastornos de depresión, ansiedad social, síntomas de trastorno de déficit atencional con hiperactividad, síntomas obsesivo-compulsivo y síntomas de hostilidad y agresión. Además, puede aumentar significativamente, las alteraciones del sueño y reducir la satisfacción escolar.

Distorsión de las relaciones amistosas y románticas

En la adolescencia se hace necesaria la habilidad para hacer amigos y consolidar los vínculos, siendo parte del crecimiento del ser humano, pero también implica tomar cierto riesgo. Se requiere de valentía para ser honesto acerca de lo que sentimos y saber escuchar lo que la otra persona tiene que decir, aprender a cruzar efectivamente estos puentes es parte de lo que hace que la amistad sea divertida, emocionante y también aterradora.

Pero cuando la amistad se desarrolla en línea, el adolescente se  desprende de aspectos importantes de la comunicación que reduce las interpretaciones distorsionadas y los problemas interpersonales y fomenta la creación de un vínculo más fuerte y saludable, ya que no estamos escuchando o viendo el efecto que nuestras palabras están causando en la otra persona, porque la conversación no está sucediendo en tiempo real.

Publicar un comentario en redes sociales, es limitarse al canal textual, perdiendo de esta manera una parte fundamental del mensaje: la comunicación no verbal, que implica las posturas, los gestos la entonación, entre otros. Estos elementos aportan una gran cantidad de información que difícilmente se puede compensar con emoticones o símbolos. De hecho, el agregar caritas sonrientes en un mensaje no implica que sea el estado de ánimo real. Lo que trae como consecuencia malas interpretaciones o confusiones y mucha facilidad para mentir, en comparación a cuando se realiza una interacción cara a cara. 

Del mismo modo, aunque la lengua empleada sea común a las dos personas, también es frecuente que se produzcan problemas debido al código. Léxico incorrecto, expresiones mal utilizadas, errores ortográficos, modismos o correctores automáticos, pueden dar como resultado un mensaje diferente al que se quiere transmitir.

Las amistades necesitan de tiempo y trabajo en conjunto para que puedan consolidarse. Sin embargo, en el mundo virtual, todo amigo es aquel que envió una solicitud de amistad y fue aceptado, eso refuerza la omnipotencia típica de esta etapa y además, intensifica la idea equivocada que los objetivos se alcanzan de un modo rápido. Cuando en realidad, los buenos resultados implican una tarea previa, un proceso.

Otra situación que se ve afectada son las relaciones amorosas en los adolescentes, que al vincularla con la tecnología, puede iniciar intensamente, pero luego puede desvanecerse de forma abrupta. Actualmente, es frecuente ver que las personas terminen una relación, simplemente desapareciendo de las redes sociales, sin antes tener una conversación cara a cara o al menos una llamada y con frecuencia la otra parte, se queda imaginando lo peor de sí mismo. Además, suele pasar que, cuando las parejas rompen, al menos uno de los miembros está pendiente de lo que hace el otro y cómo se comporta en las redes. Este comportamiento hace que el duelo no se complete y resulte dañino psicológicamente para quien lo padece.

Villanueva y Serrano (2019)3 realizaron un estudio con adolescentes de la ciudad de Calatayud, España y encontraron que a mayor frecuencia de conexión, mayor es la probabilidad de estar conectado en horarios nocturnos, siendo mayor ésta relación en el caso de los chicos que de las chicas. Esto aumenta la probabilidad de exposición a riesgos de internet, como el sexting, la sextorsión, el grooming y el ciberbullying, concluyendo que aquellos adolescentes que tienen mayor control parental, pueden presentar menos conductas de riesgo, al disponer de reglas y normas adecuadas sobre el uso.

Ante este panorama el adolescente, debe dotarse de estrategias para saber lidiar con todas estas circunstancias, si bien es cierto, no podemos alejarnos de la tecnología completamente, pero si podemos hacer que esta no afecte más de lo soportable.

Es importante que el joven, sea consciente de cómo impacta las redes sociales en su salud mental, reconocer que es normal sentir un poco de presión y ansiedad ante las demanda de conexión y comenzar a establecer límites saludable, además de buscar otras fuentes de entretenimiento que le ayude a equilibrar el mundo real con el mundo virtual, tener espacio para sentir las emociones experimentadas, tristeza, rabia, miedo y alegría, principalmente saber identificarlas en el cuerpo, para luego buscar la manera de sentirla y aliviarla, así será mucho más fácil de que dichas sensaciones desaparezcan y no se acumulen y desencadene un problema mayor.

Actualmente son más las personas de 15 a 24 años, que llegan a consulta, ya sea porque les piden la atención psicológica a los padres o ellos mismos llegan por sus propios medios. El reconocimiento de que algo les afecta y que necesitan apoyo, es una buena señal para la mejoría de su salud mental.

de María de los Ángeles Ulloa

1 Castellana M., Sánchez X., Graner C. & Beranuy M. (2007). El adolescente ante las tecnologías de la información y la comunicación: internet, móvil y videojuegos. Papeles del Psicólogo, 28(3),196-204. Ver aquí

2 Rojas C., Henríquez F., Sanhueza F., Núñez P., Inostroza E., Solís A. & Contreras D. (2017). Adicción a Internet y uso de redes sociales en adolescentes: una revisión Internet. Revista Española de Drogodependencia, 43 (4) 39-54. Ver aquí

3 Villanueva V. & Serrano S. (2019). Patrón de uso de internet y control parental de redes sociales como predictor de sexting en adolescentes: una perspectiva de género. Revista de Psicología y Educación / Journal of Psychology and Education, 14(1), 16-26. Ver aquí

Deja un comentario