El síndrome del impostor

¿Te ha pasado alguna vez que después de conseguir un logro o tener un éxito inesperado hayas sentido que no lo mereces? ¿Que aparezcan pensamientos intrusivos como que van a descubrir que ese premio no te corresponde?

En ambientes laborales, después de conseguir un éxito repentino, como puede ser un ascenso, un aumento de sueldo, o la obtención de un puesto de trabajo inesperado, podemos encontrarnos con el llamado síndrome del impostor.

A lo largo de este artículo se tratará de explicar en qué consiste y cómo podemos hacerle frente.

Ahora que le hemos puesto nombre, ¿Qué es?

El término fenómeno del impostor fue designado por las psicólogas Clance e Imes1 por primera vez en 1978, cuando publicaron un artículo sobre mujeres exitosas.

En él, designaban el síndrome del impostor como “una experiencia interna de falsedad intelectual», según la cual, mujeres que habían obtenido grandes logros tenían el pensamiento persistente de que no eran brillantes, y que sus éxitos eran en realidad un engaño.

A lo largo de ese primer texto, se analizaba cómo diversos factores fomentaban este tipo de percepción cognitiva, y cómo diferentes enfoques terapéuticos ayudaban a cambiar la autopercepción de dichas mujeres.

Después de esta primera literatura, varios artículos mencionaron dicho fenómeno, hasta que en 2011 la doctora Valerie Young3 escribió una de las publicaciones más importantes al respecto.

En ambos textos, se identifica el síndrome del impostor como aquella sensación de no ser suficiente, de estar inseguro/a con lo que se hace y de la sensación de no cumplir con las expectativas que los demás esperan de nosotros. Estas sensaciones van acompañadas por el sentimiento de no merecer los éxitos logrados, tanto académicos como laborales. Otro ejemplo puede ser la sensación de no estar lo suficientemente preparado/a o cualificado/a para llevar a cabo una nueva tarea asignada.

Young3 describió 5 tipos diferentes de manifestación en la que una persona que experimenta estas sensaciones se puede identificar, y aunque cada uno manifiesta esta sensación de una forma diferente, todas las categorías tienen en común que su estado cognitivo les impide disfrutar del éxito logrado.

Así pues, aunque no es considerado un trastorno psicológico como tal, sí que es un fenómeno cognitivo que puede llegar a alterar la salud mental de las personas que lo padecen y además pueden dañar las relaciones sociales con las personas del entorno. Factores como una baja autoestima pueden potenciar su aparición.

¿Cómo puedo combatir el síndrome del impostor?

La autora Sherman2 realizó en 2013 una síntesis de 6 acciones que podemos realizar para combatir este síndrome:

1.- Comparte tus sentimientos con la persona que te esté enseñando. Verbalizar las inseguridades puede ayudarte a que la otra persona identifique cuáles son reales y cuáles no. Por otro lado, una persona con más experiencia puede guiarte sobre el camino a seguir para hacer frente a las inseguridades fundamentadas.

2.- Identifica si en tu discurso interno tus pensamientos son empoderadores o limitadores. Me gusta la expresión “nos ponemos palos en las ruedas”, y es que en muchas ocasiones, la autopercepción negativa se ve reforzada por no saber explicar a qué se debe el éxito acontecido. Un buen ejercicio es tratar de identificar cuándo ocurre esto y reescribir tu discurso tratando de evidenciar las grandes virtudes que puedes ofrecer.

3.- Haz una lista de tus fortalezas. Como hemos comentado anteriormente, poner en manifiesto las cosas que sí haces bien puede reforzar tu autoestima. Ya que las personas que padecen este síndrome tienden a menospreciar sus cualidades.

4.- Ten presente que la perfección es irreal y costosa. Es manifiesto que tratar de alcanzar la perfección es un hito inalcanzable. Y si es esto lo que andas buscando, estás abocado/a a la frustración. Cualquier éxito que logres parecerá insuficiente en comparación. Llegados a este término, es necesario poner un punto de racionalidad y evaluar qué es lo que tienes que conseguir versus qué es la perfección, y evaluar cuál ha sido el progreso desde el punto de salida hasta el momento actual.

5.- Acepta que necesitarás desarrollar tus competencias en ciertos momentos a lo largo de tu carrera. Cuando se da un salto laboral se lleva a cabo un periodo de formación y adaptación. Durante este tiempo, es habitual sentir que no se está ofreciendo el rendimiento esperado, y en cierto modo es así. Pero al fin y al cabo dicho periodo no deja de ser un cimiento sobre el que se asientan las bases del profesional que tienes que llegar a ser. Es necesario acudir a las personas con más experiencia para adquirir las competencias necesarias y poder desarrollar las tareas de forma autónoma. Pedir ayuda no desmerece nuestro trabajo.

6.- Disponte a estar incómodo/a y convivir junto al miedo. La incertidumbre de no saber si estamos ofreciendo lo que se espera de nosotros puede acompañarnos en diversas etapas a lo largo de nuestra carrera. Es un sentimiento con el que se debe convivir, ya que al final nuestro trabajo es lo que hablará por nosotros. Este miedo debe ser un trampolín con el que impulsar nuestro desempeño, pero excederse en este punto puede ser perjudicial.

En general, en procesos de cambio es normal sentirse perdido/a y observar que tu rendimiento se encuentra por debajo de lo que estás acostumbrado. Cabe destacar que una vez adquirimos las competencias necesarias, todos estos pensamientos pueden desaparecer. De no ser el caso, se puede analizar si nos encontramos ante un problema de autoestima más relevante, que deberá tratarse de manera proporcional al problema.

Independientemente de estas directrices, en el momento en el que estos pensamientos interfieren con la posibilidad de llevar una vida normal, se debe recurrir a ayuda profesional.

El síndrome del impostor puede manifestarse a través de diversas sensaciones cognitivas. Si alguna vez has experimentado estas sensaciones, probablemente te habrás podido ver reflejado/a en una de las clasificaciones que aparecen en el inicio del artículo. Es importante poder identificar qué estás sintiendo y, de esta manera, escoger la estrategia adecuada para racionalizar dichos pensamientos y enfocarlos desde un prisma diferente. Este fenómeno surge de una reacción intrínseca ante un éxito repentino, por lo que la solución para desenmascarar al impostor, la podemos encontrar nosotros/as mismos/as. Una vez dejemos de autosabotearnos, podremos ofrecer nuestra mejor versión.

de Enrique Palacín Martínez

1 Clance, P. R., & Imes, S. A. (1978). The imposter phenomenon in high achieving women: Dynamics and therapeutic intervention. Psychotherapy: Theory, research & practice15(3), 241. Ver aquí

2 Sherman, R. O. (2013). Imposter syndrome: When you feel like you’re faking it. American Nurse Today8(5), 57-58. Ver aquí

3 Young, V. (2011). The secret thoughts of successful women: Why capable people suffer from the impostor syndrome and how to thrive in spite of it. Currency. Ver aquí

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