Dudas en terapia

¿Funcionará? ¿Serán muchas sesiones? ¿Esta persona es la indicada? ¿Cuándo conseguiré estar mejor? ¿Cómo va a ser? Estas y muchas más cuestiones surgen en terapia. Algunas ya se plantean en voz alta en la primera sesión y otras quedan encubiertas a la espera de ver los ansiados resultados. Hoy abordamos algunas de las cuestiones que pueden rondar por tu mente si te estás planteando buscar ayuda psicológica o si ya has iniciado dicha atención.

Cabe destacar que es difícil establecer reglas generales, dado que primero dependerá muchísimo de la orientación o corriente psicológica por la que se guíe cada profesional.

Nosotros nos centraremos en la cognitivo-conductual, la más utilizada en el continente europeo y la que aplicamos en nuestra terapia como base.  Sin embargo, una persona que se rija por un modelo psicoanalista, por ejemplo, no tendrá nada que ver con muchas cosas que se explicarán en este artículo, dado que es un enfoque mucho más centrado en el pasado, en las etapas iniciales de la vida de la persona, de uno estilo mucho más paternalista, entre otras diferencias importantes.

Aquí también es necesario considerar que unas de las premisas básicas son la autenticidad y la flexibilidad en las sesiones, de manera que cada profesional adapta la forma de trabajar a su forma de ser y verlo, así como a la persona que tiene delante.

La primera sesión

Por primera sesión nos referimos ya al momento en el que se inicia la terapia activamente, no a la sesión informativa, de pretratamiento o de admisión que algunos terapeutas ofrecen para conocer el motivo previamente y detectar si de entrada puede haber un/a profesional más idóneo para la ayuda que necesita la persona.

La primera sesión generalmente implica recopilar información sobre la persona, tomar un historial de los principales ámbitos de su vida, realizar formularios o cuestionarios de evaluación. También se empieza a consensuar el contrato terapéutico entre el o la cliente/a y el/la profesional de la psicología. De este modo se va estableciendo ya cuál va a ser la forma de trabajar conjuntamente para la mejora de su bienestar. Así como estableciendo unas bases muy necesarias para el terapeuta sobre cuáles han sido los antecedentes en la vida de la persona y cuál es su estado actual.

Otra de nuestras prioridades en la primera sesión es establecer este espacio terapéutico como un lugar seguro, desenganchado de juicios, rechazo y rigidez. La forma de atender a cada persona y el vínculo terapéutico que se genera será imprescindible para el buen funcionamiento y logro de nuestras metas. En este sentido, depende de la orientación que siga el/ psicólogo/a que te está atendiendo, la relación que se establezca puede ser más directiva «yo como experto te guío en todo lo que tienes que hacer», o más igualitaria, de tú a tú.

Esta última es la que adoptamos en nuestra forma de trabajar, dado que a nuestro modo de verlo tanto cliente como terapeuta son compañeros en el mismo viaje que es la vida de un ser humano. Por tanto, al igual que nuestros clientes, nos enfrentamos a muchos aspectos en común, propios del vivir, como la pérdida, el rechazo, el conflicto, el fracaso, el dolor, la ansiedad, la enfermedad… También de momentos de autosabotaje, de tratarnos de forma autodestructiva o de perder de vista nuestros valores.

En definitiva, l@s terapeutas no son personas «terminadas» o perfectas y no se me ocurre mejor forma de explicar la postura de igualdad que adoptamos que a través de la metáfora de las dos montañas de Hayes, Strosahl y Wilson.

Muchas personas acuden a terapia creyendo que el terapeuta es una especie de ser iluminado, que ha resuelto todos sus problemas, que lo tiene todo arreglado, pero no es así. Es más bien como si estuvieras escalando tu montaña ahí, y yo estoy escalando mi montaña aquí. Des de donde estoy puedo ver cosas en tu montaña que no puedes ver, como si hubiera una avalancha a punto de suceder, un camino alternativo que podrías tomar o si no estás usando tu pico con eficacia.

El hecho es que todos somos iguales en el sentido de que todos seguimos escalando, cometiendo errores y aprendiendo de ellos, hasta el día de nuestra muerte. La cosa está en que puedes mejorar cada vez más en la escalada y aprender a apreciar el viaje. De eso se trata el trabajo que hacemos aquí.

¿Cómo transcurrirá la escalada?

¿Funcionará? Es natural que te lo preguntes y sólo será problemático si este pensamiento controla tus acciones de manera que condicione tus acciones. Como aquel que va acercándose al punto de penalti y va pensando que fallará el tiro por sus malas sensaciones o experiencias anteriores y por consiguiente tiene más probabilidades de fallar.

Lo cierto es que no hay un tratamiento que garantice que funciona para todos, no hay algo universal que sí o sí ayude a todas personas con toda seguridad. Así que no se puede prometer o asegurar nunca el éxito, podríamos pensar en todas las personas que ya hemos visto que les ha funcionado o en los mil estudios publicados que avalan su eficacia pero aún así no sería garantía de nada.

Por supuesto todo lo que se emplea en la terapia es con el fin y la expectativa de que ayude a la persona. De lo contrario no tendría sentido seguir trabajando con la persona. Entonces esas dudas de que la terapia psicológica pueda funcionar o no en tu caso pueden estar ahí, pero hay una importante decisión que tomar: darnos por vencidos y detener la sesión porque tu mente dice que no funcionará o dejar que tu mente diga eso por el momento y continuar trabajando.

El número de sesiones

Lo mismo ocurre con el número de sesiones necesarias en cada caso. Es comprensible que cuando la persona acude a la atención psicológica sea queriendo que la ayude muy pronto a estar mejor. Aunque lógico, no es tan sencillo. De hecho es imposible saberlo realmente, sí que como norma general podríamos pensar que cuanto mayores sean los problemas, su número, gravedad e impacto en la vida de la persona, mayor será la duración de la terapia.

Pero eso no tiene que ser necesariamente así, depende muchísimo del o la clienta y de cómo vaya acompañando lo trabajado en sesión en su día a día. No es algo exacto ni mucho menos, existen altibajos, contratiempos, saltos hacia adelante y otros hacia atrás. Si alguien puede asegurarte que en x sesiones vas a estar mejor seguro, cuidado, puedes estar delante de un mal profesional.

L@s terapeutas queremos ayudar y conseguir con la persona el cambio y la mejora de su bienestar. Pero aquí no todo vale, hasta la mejor recomendación puede convertirse en algo contraproducente si no conoces aspectos importantes de la persona primero y los consideras antes de la fase ya puramente de intervención. No se trata de que la persona siempre salga de la consulta mejor de lo que entró, a veces no será así, y el foco está puesto en que así sea a lo largo de su vida. Aunque ahora experimente momentos desagradables, saldrá reforzado y cargado de valiosas herramientas para la gestión de los momentos difíciles.

Estas son algunas de las cuestiones que pueden surgirte si te estás planteando acudir a terapia. Lo importante es ir expresando toda preocupación y duda, para que entre todos podamos enfocarnos en el crecimiento y la mejora. Estaremos aquí para escucharte y atender todas tus consultas.

de Robert Cotonat Gracia

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