Las Autolesiones o Cutting son todas aquellas conductas que implican la provocación intencional de herir nuestro cuerpo, ya sea realizando cortes en la piel, provocándonos quemaduras, golpes, arrancándonos el pelo, arañándonos o pellizcándonos, entre otros comportamientos anómalos y desadaptativos.
Esta conducta generalmente comienza como un impulso y al igual que otros comportamientos de riesgo, puede ser peligrosa y convertirse en un hábito. Ya que una vez se descubre que el acto de auto-lastimarse genera una sensación de liberación y bienestar temporal, puede resultar adictiva y ser difícil de abandonar.

Generalmente las autolesiones empiezan en la adolescencia y pueden continuar en la adultez. Por lo tanto, es preciso señalar que el cutting no es considerado patológico en sí mismo, ya que son conductas relacionadas con la capacidad de adaptación y el proceso de maduración. Pueden estar presentes en diversos trastornos psicopatológicos, como los trastornos de la conducta alimentaria, los trastornos por consumo de sustancias o el trastorno por estrés postraumático. Inclusive se puede mencionar la demencia, la esquizofrenia, la discapacidad intelectual y el autismo.
También se debe tener en cuenta que si bien las autolesiones son conductas parasuicidas, no son conductas suicidas en sí. El suicidio suele intentar acabar con el sufrimiento y con la vida, aquí las personas suelen preferir métodos indoloros o no violentos; mientras que con la autolesión, la persona necesita provocar un dolor o una distracción.
Sin embargo, aunque no es un intento de suicidio, las personas suelen subestimar la posibilidad de que las infecciones o hemorragias que acompañan a las lesiones ocasionen enfermedades o heridas graves. Esto lo convierte en un importante problema de salud pública y gran parte de las ocasiones tiene un origen psicológico.
Cualquier forma de producción de dolor es una manera de expresar el sufrimiento, una expresión no verbal de comunicación donde los sentimientos se transmiten visualmente a través del cuerpo. Generalmente se usa para liberarse de un dolor emocional de rabia, ira, tristeza, soledad y/o rencor.
Posibles potenciadores en la infancia
Existen una serie de experiencias durante la infancia que aumentan la probabilidad de generar conductas autolesivas sin intenciones suicidas. Tales como ser testigos o partícipes de abuso físico y agresividad, ser víctima de abuso sexual, haber sufrido presión psicológica por intimidación de los padres o haber sido física o emocionalmente abandonados por uno o ambos padres.
Otros factores de riesgo son haber perdido algún familiar o persona significativa de forma temprana, tener padres en constante conflicto en la relación entre ellos, ser elegidos como cuidadores de los hermanos menores o un familiar enfermo, ente una larga lista.
Cuando la conducta autolesiva aparece, la reacción de los progenitores juega un papel fundamental en el proceso de recuperación del adolescente. En este sentido, los padres deben tener conocimiento sobre este tema para dar un apoyo efectivo. Es normal sentir preocupación, angustia e incluso enfado al descubrir que nuestro/a hijo/a se autolesiona. Pero debemos recordar que la mayoría de los adolescentes que se autolesionan tienen tanto miedo de su comportamiento como nosotros. Muchos pueden sentir culpa, vergüenza y tener sentimientos profundos de remordimiento después de autolesionarse.
Por tal motivo, es necesario mantener la calma y entablar una comunicación abierta y honesta, sin juzgar, acerca de cómo se siente y qué es lo que ocurre para que tenga ese comportamiento. Debemos hacerle saber que estamos dispuestos a escucharle cuando decida hablar. Y cuando esto suceda, evitemos hacer demasiadas preguntas sobre el por qué de su conducta, ya que esto puede generar una reacción contraria a la que buscamos. Debemos demostrarle que nos preocupamos por él/ella y deseamos ayudar. Trata de indagar junto a la persona sobre cuál es la raíz del problema.
Para dejar de lesionarse, la persona también deberá descubrir nuevos modos de manejar las situaciones problemáticas y de regular las emociones abrumadoras. Esto puede llevar tiempo y a menudo requiere de la ayuda de un profesional de la salud mental. La terapia psicológica puede ser de gran utilidad en la aplicación de técnicas conductuales y cognitivas que modificarán la conducta y los pensamientos asociados a ella. Permitiendo entender los motivos que llevan a la persona a autolesionarse.