Por aquel entonces no lo sabíamos, pero el 14 de marzo de 2020 marcó un antes y un después en nuestras vidas. Especialmente en las formas de socialización instauradas hasta el momento. Un virus que veíamos a lo lejos, aterrizaba para quedarse en nuestros trabajos y en nuestras casas. Desde el puente de mando aún en estado de shock, empezó ya entonces esta nueva normalidad que tanto escuchamos en los medios y que en realidad, de “normal” no tiene nada.

Se acabaron los besos y abrazos, desaparecieron las reuniones sociales multitudinarias e incluso los encuentros en pequeño comité. A partir de entonces, la nueva vida iba a ser: aislamiento social para los positivos y mascarilla para todos. Empezaba la reconstrucción de una vida social y familiar que de algún modo se había perdido y con la pérdida, el duelo.
Ariadna Gabarrell
Generalmente el duelo se asocia a la pérdida de un ser querido, pero desde mi punto de vista, cualquier pérdida significativa puede generar duelo y con él un consiguiente proceso de recuperación emocional.
Desde un punto de vista psicológico, el duelo es un camino compuesto por distintas etapas o fases por las que vamos pasando mientras sufrimos dolor.
Estos últimos meses creo que la mayoría de nosotros hemos ido atravesando estas fases del camino del duelo, fases distintas y diversas según la situación personal de cada uno. Una primera fase se inició cuando nos dimos cuenta que el confinamiento no iba a ser cosa de quince días y solucionado el problema, sino que esta situación se alargaría en el tiempo. Esta primera parada en el camino pudo ser la negación. Pensamientos e incluso expresiones como “no me creo que esto nos esté pasando” o “cómo se ha podido llegar hasta aquí” son habituales de esta fase y no sé tu, pero yo las pensé y las expresé en más de una ocasión.
La negación es un mecanismo de defensa que nos sirve para “robarle tiempo al tiempo” y poder prepararnos para asimilar la realidad.
La ira, una posible segunda fase del proceso, es una expresión más del dolor. Es otra etapa que nos ayuda a desahogarnos y a la vez intenta encontrar un posible culpable de la situación vivida.
La negociación puede ser la siguiente parada, aunque el orden de estas fases puede variar según la persona, se relaciona con la construcción de una máquina del tiempo mental para plantearnos las típicas hipótesis que empiezan por “y si…» Éstas pueden ser infinitas, pero nos ayudan a fantasear con lo que se podría haber evitado o hecho de otro modo vs. la pura realidad.
La tristeza o estado depresivo suele llegar justo antes de la aceptación, que no es nada más que ser conscientes de la situación actual que se refleja en nuestra realidad. Desde que llegó la pandemia del COVID-19, éste se ha convertido en el centro de nuestras vidas y quehaceres, en nuestro dictador soberano al que tanto miedo y/o respeto mostramos. Hemos sufrido pérdidas, algunos más que otros, y todos estamos atravesando de una u otra forma un proceso de duelo.
Frente a eso, tenemos la resiliencia, una capacidad innata del ser humano para atravesar las adversidades que se nos presenten y que nos levanta día a día para salir más fuertes, más sabios y con nuevas herramientas para continuar luchando.

Las pérdidas son dolorosas pero cuando las reconocemos y dejamos que nos acompañen en el camino podemos llegar a ser invencibles. Miremos hacia atrás para poder ver quiénes éramos y quiénes somos, para identificar todos los aprendizajes ganados. Miremos hacia adelante para visualizar quién queremos ser cuando el dolor de esta etapa forme parte de nosotros y consigamos ser resilientes.
de Ariadna Gabarrell
1 comentario