Frente a situaciones que nos generan malestar, tendemos a utilizar la evitación como mecanismo de afrontamiento, disminuyendo así nuestro sufrimiento de forma temporal, escapando de él. Con esta estrategia, lo que parece ser la solución ante el problema, solo será una simple postergación que nos seguirá provocando malestar. En este artículo veremos la importancia de tomar conciencia de la estrategia de afrontamiento que adoptamos en cada reto o problema. De esta forma, nos pueden resultar mucho más gratificantes y beneficiosas las consecuencias de nuestras acciones y decisiones diarias.

En ocasiones, la evitación puede ser un buen mecanismo de afrontamiento. Evitar situaciones está relacionado con la misma adaptación del ser humano, pero en este artículo nos centraremos en las situaciones que implican una mala adaptación, es decir, cuando optamos por una estrategia errónea y cómo podemos cambiar esta tendencia.
Una persona que tiene alguna fobia específica, como el miedo a las agujas, evitará hacerse un análisis de sangre o no ponerse una vacuna, pudiendo perjudicar a la larga su salud. Sin embargo, no es necesario tener fobias para evitar situaciones. La mayoría de nosotros hemos podido discutir con un compañero de trabajo y en lugar de dirigirnos a él diciéndole lo que opinamos y lo que sentimos, lo evitamos pensando que ya cambiará de actitud a la hora de actuar. También hemos podido tener un conflicto con nuestra pareja, y en lugar de buscar la solución al problema, la hemos evitado intentando distraernos con cualquier cosa, como por ejemplo, poniéndonos a ver la televisión. En otras palabras, huimos sin sentirnos bien.
Estas son algunas de las muchas situaciones que podemos encontrarnos a diario y que cómodamente podemos optar por evitar. Sin embargo, el día que nos volvamos a encontrar con situaciones así o similares, cuando se haga presente que el problema sigue ahí, nuestro malestar, temor e inquietud pueden haber aumentado considerablemente. Del mismo modo, cuando por ejemplo renunciamos a hacer una charla por el miedo de hablar en público, no podremos llegar a ver lo que sabemos y somos capaces de hacer. Además de tener que renunciar a planes e intereses que pueden ser importantes para nosotros. Nos limitará.
Cuando hablamos de evitación no solo hablamos de evitar ciertas situaciones o conductas –evitación conductual-, también hablamos de la evitación cognitiva. Ese mecanismo consiste en evitar los pensamientos que tenemos entorno a una situación desagradable, diciéndonos: «prefiero no pensarlo».
La evitación emocional es el otro tipo de mecanismo que utilizamos cuando experimentamos emociones que nos provocan malestar, como la tristeza, el miedo o la ira.
¿Cuáles son los efectos de evitar un problema?
Tendemos a esforzarnos por evitar la situación que nos angustia, pero lo que estamos haciendo es algo contraproducente, ya que cuanto más la evitemos y menos queramos identificar qué sentimientos y qué sensaciones tenemos, más elevada será nuestra ansiedad o angustia. Además, estaremos evitando una emoción, como la tristeza, algo totalmente necesario para coger energía y reintegrarnos después de haber vivido una situación difícil o adversa.
¿Qué podemos hacer para mejorar esta tendencia a evitar?
Lo primero que tenemos que hacer es tomar conciencia de nosotros mismos, pensar en cómo somos y cómo actuamos en cada situación. Una vez somos conscientes de nuestros actos, pensaremos en si avanzamos al actuar de esta manera, o por el contrario, retrocedemos.
Las vías de escape o de distracción, como por ejemplo alargar la jornada laboral, practicar deporte de manera excesiva, hacer compras compulsivas o consumir sustancias, pueden ser un factor clave para identificar que estamos tratando de evitar algún problema.
Al haber identificado las situaciones que tememos y no afrontamos adecuadamente, poco a poco tendremos que ir exponiéndonos a estas con la idea de que percibir emociones desagradables no implica ningún peligro, nos dan un mensaje de que tenemos que cambiar algo en nuestra vida.
Recuerda que cuanto más tiempo pases dejando de lado todo eso que te inquieta, cuanta más propensión tengas a evitar lo que te afecta, cada vez te resultará más difícil cambiarlo. Afrontar las situaciones puede parecer difícil, incluso desagradable, pero la sensación de superación por el hecho de intentarlo te generará autoconfianza y seguridad en ti mismo/a. Además, llegarás a autoafirmar que eres capaz de enfrentarte al miedo que te limitaba y de gestionar tus problemas con éxito.